jueves, 5 de noviembre de 2009

Recuerden, recuerden, el cinco de Noviembre...

La exótica danza de las llamas se reflejaba en un destello rojizo de sus pupilas. Sonrió. Ardía el Parlamento y con él la intolerancia y todos esos años de ser perseguidos. Tal vez la Iglesia católica había tomado medidas cuestionables. Qué demonios, las había tomado, era tristemente cierto. Sin embargo, ¿era buena idea combatir intolerancia con intolerancia? No.

Llevaban semanas trabajando en el plan, almacenando pólvora en los sótanos del Parlamento. Provocar ese incendio había sido una idea muy extrema, totalmente arriesgada, y seguramente no consiguieran secuestrar a los infantes, pero... el enemigo más temible es el que no tiene nada que perder. Y ese era su caso.

Soltó una carcajada y cerró los ojos, aspirando el aroma de la pólvora...
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Abrió los ojos. Se encontraba en una oscura prisión de Londres, pudriéndose a la espera de su sentencia, que ya sabía de antemano cual iba a ser. Un bonito sueño, sí, pero esas cosas nunca salen bien. Se había negado a nombrar a sus cómplices, leal a los suyos hasta el final.

Sabía que sería odiado por los siglos, y también sabía que sólo aquellos que nunca levantaban la voz, ni se rebelaban en contra de lo que les oprimía, no tenían enemigos.

Un carcelero abrió la puerta, la luz le hirió los ojos.
-Sal, escoria.
Guy Fawkes salió, preparado para su dolorosa ejecución. No le importaba. Supo -quizá siempre lo habia sabido- que su nombre iba a perdurar en la historia. Y esperó que su muerte no hubiera sido en vano.



“Recuerden, recuerden, el cinco de noviembre. Conspiración, pólvora y traición. No veo la demora y siempre es la hora para evocarla sin dilación.”

1 exploradores comentan...:

SeFi dijo...

Me fascina V. Es el tipico tio que parece decir lo correcto en el momento necesario y que además suene épico.

Sospecho que si Hans llevara máscara incluso triunfaría con las mujeres.