La luna llena refulge en sus alas blancas, ella duerme. Él, confundiéndose entre las sombras de la noche, se acerca, mirándola con devoción. Ella le oye y despierta. Al verla de pie, hermosa bajo la luz plateada, su corazón da un vuelco. La llama del amor y la esperanza en su corazón se avivan. Le queman por dentro.
Pero ella... ella sólo quiere volar. No pertenece a ese mundo, su lugar está más allá de las hierbas altas, en los pétalos de las flores. Y aunque tiene un ala rota y el cuerpo frío, desesperada intenta alzar el vuelo. Cae, exhausta, y él corre a socorrerla.
"No pienses en volar", dice. Le susurra promesas de un futuro juntos, él sanará sus heridas con besos, y la cuidará por siempre. Ella le mira. Ambos lucen idénticas sonrisas en el rostro. Se acercan lentamente. Tiene el corazón desbocado al sentir sus labios tan cerca. Un centímetro, tan sólo uno... no.
Ella sólo piensa en el cielo estrellado, ansía rozar de nuevo las nubes. Trata de volar otra vez desesperadamente. Se aparta de él, pero él se niega a aceptarlo. La toca, la abraza, la quiere capturar. Y cuando cree que ya la tiene... la mariposa por fin logra volar.
Nuestro cucaracho se queda sólo en la oscuridad. Antes de morir, grita desgarrado.
¿Quién me ha dado estos ojos que no quiero, y estas manos que tratan de prender un amor que no comprendo, y con mi vida acaba?
¿Quién me manda sufrir sin tener alas?
sábado, 31 de octubre de 2009
¿Quién me manda sufrir sin tener alas?
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1 exploradores comentan...:
Qué preciosidad.
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