sábado, 29 de noviembre de 2008

Cuentos de hadas...

Volvamos al principio. Cuando las palabras “para siempre” eran apenas una bruma que comenzaba a tomar forma. Cuando suponían una sonrisa en mi rostro. Cuando no eran como una cadena en torno a mi cuerpo que no deja de estrecharse.
Quiero volver al principio. Creía que tú me ibas a cambiar, que contigo a mi lado no necesitaría nada más. Necia de mí. A estas alturas debería saber que los humanos siempre queremos más.

Los cuentos de hadas siempre tienen un final feliz. El caballero se casa con la doncella, y ambos parecen necesitar tan sólo el amor del otro. Nunca nos contaron qué pasaba después... Nunca nos dijeron si Cenicienta eligió vivir para siempre con el príncipe. Tan guapo, tan dulce, tan perfecto.
¿Nadie se preguntó nunca si realmente quería ser princesa? Tal vez su corazón se hallaba dividido entre la jaula de oro y los campos de libertad.

Yo no quiero ser una princesa. Nunca lo fui, ni lo seré. Y aunque mi príncipe roce la perfección, no es suficiente.
Los cuentos de hadas son sólo eso... cuentos. Los humanos, en la vida real, no sabemos ser felices. Siempre anhelamos lo que no tenemos. Cuánto nos gusta soñar...


------------------------------------------------------------------------------------

Sin comentarios. Necesito una palabra que defina cómo me siento, pero no la encuentro en el diccionario.

Melancólica.
Confusa.
Enamorada.
Deseando libertad.
Encadenada.
Anhelante.
Jodida.
Gilipollas perdida. Sí, muy perdida.

En busca de la felicidad...

...tengo la sensación de que está delante de mis narices, pero estoy tan ciega que no la veo.

Te quiero. Pese a todas mis rayadas, te quiero.

P.D.: Lo escribí hace unos días en un momento de bajon absoluto... Pero ya estoy mejoor ^-^ Lo digo por aclarar ~ xD

jueves, 27 de noviembre de 2008

Libros

Conozco un hombre, al cual admiro y respeto mucho, que suele decir que leer es malo, porque nos hace pensar.
Muchos de los que lean este blog, intelectuales o no tanto, tal vez simplemente amantes de los libros, se escandalizarán y pensarán, ¡qué barbaridad!
Yo, por el contrario, sostengo que está totalmente en lo cierto. Muchas veces, leer es malo para nuestra cabeza, y aquí expongo el por qué.

Leer nos hace pensar, sí, pero no queda sólo en eso. Los libros nos afectan directamente, de un modo que nos cambia la vida cada vez que cogemos uno.
Hay libros que nos transportan lejos, muy lejos, nos despiertan el ímpetu aventurero y nos hacen desear viajar a muchos kilómetros del hogar, y vivir una aventura digna de ser escrita.
Hay libros que nos hacen reflexionar, a veces incluso nos hacen ver el mundo de forma distinta, nos trastocan la perspectiva y descubrimos que las cosas son totalmente diferentes de como pensábamos que eran.
Hay libros que nos marcan, nos cambian de arriba abajo, nuestra vida da un giro de 180 grados, y empezamos a actuar, hablar, pensar de un modo que nada tiene que ver con el anterior.
Hay libros con los que ríes, con los que lloras, con los que te diviertes, con los que sufres.
Hay libros de los que sencillamente te enamoras.
También, por supuesto, hay libros que nos producen animadversión, que no soportamos por muchas oportunidades que les demos. Y otros libros que nos dejan indiferentes, sin más.

Un libro es como una persona. Infatigable compañero de viaje, ese amigo que nunca falla, ese pasaporte a otros mundos que algunas veces nos evade de la realidad y otras veces consigue que veamos cómo solucionar nuestros problemas.

Un libro, señores, es un tesoro, y sin duda el mejor regalo que alguien puede hacer.

martes, 25 de noviembre de 2008

¿Es posible el cambio?

Nos encontramos ante uno de los principales temas de discusión y polémica que, a parte de la política, el racismo o cualquier otro tipo de discriminación, ocupan hoy nuestro tiempo: el conflicto entre heterosexualidad y homosexualidad, el conflicto de la identidad psico-sexual.
Podría parecernos un tema, por así decirlo, “actual”, ya que ha sido en estas últimas décadas cuando los homosexuales han decidido rebelarse ante el estatus social y lo que la sociedad llama “normalidad”, abriéndose ante el mundo, pisando fuerte, diciendo: “¡Aquí estamos nosotros! ¡Y no vamos a cambiar! Si no os gusta, es lo que hay”
Esto provocó gran sorpresa y revuelo entre la sociedad. La televisión, la prensa, la radio y otros medios de comunicación se llenaron con esta nueva oleada de libertad, de “salir del armario”, como se sigue diciendo. Algunas personas se abrieron a esta forma de pensamiento, apoyando la forma de vida y las tendencias de las personas homosexuales, uniones de pareja entre mujeres y mujeres, u hombres con hombres. Otros, sin embargo, se opusieron a esta tendencia, alegando que no es algo natural, que es una orientación promovida por la lujuria, el pecado, el morbo, el placer por el placer… llegando incluso a decir que es una enfermedad, un trastorno, un error.
En consecuencia, inevitablemente hemos terminado divididos en dos bandos: los homosexuales y los que apoyan la libertad de expresión sexual, por un lado, y los heterosexuales que no aceptan el “otro tipo de uniones”.
Esta división ha degenerado con el paso del tiempo, haciendo que las distancias entre unos y otros sean cada vez más amplias. Unos dicen de los otros que son de mentes cerradas, antiprogresistas, “carcas”; otros se defienden y atacan con las mismas armas, manteniendo firme su postura de que “ellos” son unos degenerados, pecadores, inmaduros, vividores.
Todos opinamos, todos criticamos. ¿Pero quién sabe en realidad de qué está hablando, lo que está criticando o lo que está apoyando? En realidad, ni siquiera un servidor lo sabe con plena certeza ni conocimiento absoluto de causa. Sin embargo, si tengo una opinión, reflexionada a través de los años. Una opinión con la que hay gente de acuerdo y en desacuerdo, una opinión que gusta a unos y desagrada a otros. Pero esto es como todo, siempre hay alguien que no está conforme, y eso ha de respetarse, pues cada uno tiene su forma de pensar, sus ideologías y sus creencias, sean cuales sean. Pero precisamente por ello, al igual que cada uno tiene su forma de ver la vida, deberíamos respetar y aceptar la forma de vida ajena, ya que, al fin y al cabo, todos somos personas humanas, con los mismos derechos, con las mismas capacidades emocionales, con el mismo derecho a ser felices.

Mi opinión, en conclusión, es que lo mejor que podemos hacer es dejarnos de bandos y diferencias, aceptarnos los unos a los otros con nuestros respectivos pensamientos y seguir llevando una vida normal y en paz.
Claro que esto no es más que una utopía, por lo que he podido comprobar. A pesar de que las generaciones más jóvenes parecen aceptar y respetar la conducta homosexual y tratar a las personas homosexuales como iguales, sigue habiendo una gran mayoría de personas (tanto jóvenes como adultos) que se oponen a ello. La diferencia es que, ahora, estos grupos suavizan sus opiniones con palabras de aliento, ánimo y comprensión, que sinceramente, me parecen totalmente vacías de sentimiento, pero muy llenas de lejía para el cerebro.

“Es posible el cambio”. Esa es la base de su pensamiento, sobre la cual está edificada toda una metrópoli de lo que me atrevo a llamar una discriminación suavizada con florituras.
Verán, la conducta homosexual, al igual que la heterosexual, no es algo con lo que nacemos, es algo que nace de nosotros con el tiempo, caminos que se nos presentan en un determinado momento. Y tarde o temprano, elegiremos uno. Puede ser el primero, puede ser el segundo, eso es lo de menos.
El proceso de elección ha de tomarse con calma, ya que es un camino muy largo, y la decisión que tomemos tal vez nos acompañe el resto de nuestra vida. Por ello, la elección se medita mucho, y ello conlleva a la aparición de dudas, incluso de temores, tanto a factores internos (emociones) como externos (también conocido como “el qué dirán”, algo que, dicho sea de paso, debe importarnos un pimiento morrón). Tras estas reflexiones, hay gente que decide que no quiere ser homosexual, aunque sienta cierta atracción hacia su mismo sexo. Esto es algo que le puede pasar a cualquiera, simplemente por abrirse a nuevas experiencias.
Como ya he dicho, cada uno tiene derecho a elegir su propio camino, y si alguien decide que no quiere ser homosexual, bien por él, ya que ésa es su decisión, su camino a la felicidad.
En estos casos, si uno no sabe qué hacer, lo normal es que busque ayuda externa, tanto de profesionales como de familiares, amigos y demás seres cercanos, cosa que está muy bien.

Lo que no está nada bien, desde luego, es la forma de pensamiento que tienen ciertas personas hacia el grupo homosexual. O mejor dicho, la manera que tienen de decirlo.
Mi pregunta es la siguiente: ¿Por qué creen que una persona no puede amar a otra del mismo sexo? ¿Es que acaso es un sentimiento exclusivo únicamente para heterosexuales?
Pues les diré una cosa: el ser humano es un ser complejísimo. Un ser capaz de sentir emociones, que van desde el más insano odio hasta el más sincero amor. Y si somos capaces de sentir eso, no veo por qué no vamos a poder sentir algo tan hermoso hacia otra persona por el hecho de que es otro chico u otra chica.
No pretendo contradecirme, todos somos libres de pensar de una manera u otra. Pero ante todo, debemos respetar al prójimo, así como su manera de pensar y actuar. Y no todo el mundo lo está haciendo:
www.esposibleelcambio.org

Éste es el nombre de una página web que me enseñaron hace unos días. En ella, podrán ustedes encontrar esa ayuda y apoyo de la que antes hablé, aquella que necesitaban las personas que optan (en todo su derecho) a reprimir sus instintos homosexuales.
Y verán, en un principio no pensé en leerla, pero me entró la curiosidad y estuve investigando.
Tras haberla leído concienzudamente y de cabo a rabo, varias veces, por cierto, he llegado a la conclusión de que las ideas que se expresan en esta página son un insulto a nuestros semejantes, personas iguales a nosotros, con sentimientos, y que tienen el mismo derecho a ser felices; me parece una manipulación y filtración de la información, ya que, si bien es cierto que la homosexualidad no es algo con lo que se nace, tampoco lo es la heterosexualidad, simplemente ésta última es más frecuente, por supuesto; y por último, me parece una imposición de ideales suavizados con palabras de ánimo y aliento vacías de sentimiento y cargadas de una falsa potestad.
Hablan de la homosexualidad diciendo (y cito textualmente) que “no es una identidad sexual más, sino el fruto de heridas o vacíos emocionales, e incluso traumas o problemas sin resolver”

Sinceramente, cuando empecé a leer cosas como ésta, sentí cómo la indignación, y posteriormente la ira, recorrían mi cuerpo como el veneno de una serpiente expandiéndose por mi cuerpo, manipulándolo, dominándolo. Después, tras un largo tiempo leyendo, releyendo y reflexionando, llegué incluso a reírme con el más marcado sarcasmo que me fue posible, no sin admitir que ciertas cosas que allí se citaban, me provocaron una risa sincera y tronchante, ya que pude encontrar más de una estupidez que me diese motivo más que suficiente para hacerlo.

La página en cuestión trata sobre cómo hallar y sanar las “causas” que “provocan” la atracción hacia personas del mismo sexo.
Tras una breve bienvenida de palabras cálidas y dulces, los autores de esta página tratan de convencernos por todos los medios posibles de que la homosexualidad es un camino lleno de sufrimiento, mentiras, dolor, promiscuidad e infelicidad, para concluir alegando que aún “existe esperanza” para sanar la homosexualidad.

Lo que me hace gracia de todo el asunto es que afirman que, vuelvo a citar, “la homosexualidad no es una enfermedad como tal”. Sin embargo, no paran de utilizar palabras como “síntomas”, “sanar”, “curar”…
Y otra cosa, que no me hace ni pizca de gracia, por más que me esfuerce, es eso de “es posible madurar a una heterosexualidad con capacidad de amor verdadero”. Vuelvo a repetir una de las premisas que constituye uno de los pilares de mi pensamiento: podemos amar a alguien aunque esa persona sea de nuestro mismo sexo. Nada nos impide a ello.
Dicho esto, paso a citar algunas de las frases que me han parecido, o bien las más graciosas (desde el punto de vista irónico y sarcástico, claro está) o las que más me han enojado:

“La homosexualidad no es una identidad sexual más”
Al parecer, según ellos solo existe una identidad sexual verdadera, la heterosexualidad. Que me llamen lo que quieran, pero esa me parece una opinión de lo más cerrada y antiprogresista.

“Ofrecemos materiales de formación, orientación, prevención…”
Me parece muy bien eso de la formación y la orientación, pero ¿qué es eso de la prevención? Luego dirán que no, no están hablando de ello como una enfermedad…

“Nadie nace con una identidad homosexual”
Correcto. Así mismo, nadie nace con una identidad heterosexual, es solo que, al ver que es lo normal en las personas que nos rodea, tendemos a hacer lo mismo. No digo que esté mal, pero ¿qué niño o niña se preocupa en pensar que de verdad es heterosexual, si ni siquiera conoce el significado de la palabra? Y si lo supiera y se lo preguntaran, seguramente dirían: “como papá y mamá”

“Es posible madurar una heterosexualidad con capacidad de amor verdadero”
Ya he hablado suficiente de esta frase, pero sin duda es la que más daño me ha hecho, y la que más odio… o quizás asco, me ha producido.

(Nota: éstas son unas frases que vienen ya entre comillas en la página web, simbolizando que son los pensamientos que tiene una persona con tendencias homosexuales)

[“No se puede cambiar”]: Por supuesto que se puede, si se quiere, eso todo el mundo lo sabe.
[“Eres así y has de aceptarte”]: Has de aceptarte siempre, nunca te debes avergonzar de lo que sientes. Si quieres cambiarlo porque así no te sientes feliz, adelante.
[“El mundo de la homosexualidad es una verdadera maravilla, lleno de alegría y disfrute”]: No es el mundo de la homosexualidad la maravilla, lo que es maravilloso es poder amar a alguien sinceramente, y lo que es más aún, que ese sentimiento sea correspondido.

“No puede ser normal algo que produce tanto sufrimiento”.
En esta frase me gustaría hacer un especial inciso. Una de las características que, al parecer, acompaña a la homosexualidad, es la promiscuidad. Según tengo entendido, se han realizado estudios estadísticos e investigaciones, en las cuales se afirma que una persona que se siente atraída hacia los de su mismo sexo tiene un mayor número de parejas a lo largo de su vida que una heterosexual. A esto yo respondo con lo que veo a diario con mis propios ojos, sin necesidad de ningún estudio: en las generaciones de ahora, apenas hay adolescentes de entre 14-17 años que no hayan tenido, por lo menos, tres parejas en un año (como mínimo). Éstas, por supuesto, no son parejas serias, sino ligues y líos de una noche que se consiguen tras unas cuantas copas (o sin ellas), un par de bailes, unos falsos piropos y un rincón oscuro donde poder dejar pasear libremente las manos por el cuerpo del otro, sin ningún tipo de vergüenza o remordimiento.
Hablarán de promiscuidad, pero yo les digo que los heterosexuales de hoy en día, los que dentro de unos años llevarán el futuro de ustedes, van por la misma espiral de degeneración y pecado, abandonándose al placer y la inconsciencia de sus actos.

“Tú no eres homosexual, ya que la homosexualidad no es una identidad sexual más. Tú eres un heterosexual con heridas, vacíos y quizás incluso traumas escondidos en tu corazón [...] pueden desaparecer si haces un proceso de sanación y maduración desde la terapia reparativa”.
Ahora parece que, sin conocerle de nada ni haber tratado con usted siquiera, pueden afirmar que saben qué es y qué no es usted. ¡Cómo avanza la humanidad! ¡Da gusto!

“Desgraciadamente, es muy difícil encontrar un buen psicólogo que conozca y trabaje la terapia reparativa. Muchos de ellos han caído en la trampa y mentira del Lobby Gay y no saben más que proponer y trabajar la terapia de aceptación: “acéptate tal y como eres, pues la homosexualidad es una identidad sexual más”. Esta terapia está llevando a un callejón sin salida de amargura, contradicción, degradación, esclavitud y mentira a multitud de personas, especialmente niños, adolescentes y jóvenes”.
¡Vergüenza debería darnos! Aceptar a las personas y darles una oportunidad en la sociedad… ¡Habrase visto!
Ahora en serio, ¿ve usted en esto algo de normal? ¿Tan sumamente malo es el hecho de que una persona no sea heterosexual?
Por más vueltas que le doy, no le encuentro sentido. Lo que sí encuentro es una clara discriminación hacia los homosexuales, así como una injusta acusación al grupo de los mismos al hablar de las “mentiras y manipulaciones” del Lobby Gay. Miren, yo no sé si el Lobby Gay manipulará o no, pero lo que estoy viendo es que estas personas sí están manipulando, ya que se puede ver claramente que están imponiendo sus ideales cuando debería haber un equilibrio pacífico. Están haciendo acusaciones, filtrando informaciones, hablando solo de lo que conviene hablar…
Según ellos, es imposible que exista una pareja feliz de homosexuales.
No me lo creo.
Y creo que ustedes tampoco deberían creer todo lo que se les dice sin más, sino salir a fuera y ver qué está pasando de verdad, y si lo que ellos les cuentan (y lo que un servidor les cuenta) es cierto o alguno de nosotros miente.

Concluyo con mi más sincera opinión de que está muy bien que halla personas que presten su ayuda y su apoyo a aquéllas que quieran reprimir su homosexualidad. Pero me parece fatal que tengan esa opinión sobre los homosexuales, y más aún que la vayan divulgando como si nada, sin ningún tipo de respeto, por muchas florituras y palabras de adorno que le pongan.
Todos tenemos derecho a ser felices y a elegir nuestro camino. Y, de la misma manera, se deben aceptar y respetar los caminos ajenos.
La homosexualidad no es nada perjudicial, y hablan de ello como si hablasen de drogas, algo nocivo, insano, que solo provoca dolor…
Y créanme, eso no es cierto.

Por Gael (Álvaro).

lunes, 24 de noviembre de 2008

Sweeney Todd: Cine vs. Teatro.

Ayer fuí a ver Sweeney Todd. La película no, esa ya la ví en el cine. Fui a ver el musical dirigido por Mario Gas, la adaptación española de la obra de Stephen Sondheim.
Y como me gustaron tanto la película y el musical, he decidido escribir algo productivo y hacer una crítica, la eterna comparativa entre el teatro y el cine.

Argumento:

Benjamin Barker vuelve a Londres tras muchos años encarcelado injustamente. Dispuesto a vengarse de la muerte de su esposa Lucy y el secuestro de su hija Johanna, bajo su nueva identidad de Sweeney Todd y con la ayuda de la encantadora Sra. Lovett, se propondrá la desaparición de los causantes del estropicio, el Juez Turpin y el alguacil Bamford, y de todo aquel que se interponga en su camino…

Primero tenemos la adaptación al cine, dirigida por el genial Tim Burton e interpretada por los fantásticos Johnny Depp (en el papel de Sweeney Todd) y Helena Bonham Carter (en el papel de la Sra. Lovett) entre otros actores.
La película en sí huele a Burton. Es gótica, oscura, ojerosa, de sentimientos turbios y tristes, casi eliminando por completo la alegría y el amor y esas cosas felices... aunque siendo Burton, podría haberle añadido mucho más humor negro del que ya tenía la obra por sí sola, cosa que decepciona un poco.

Por otro lado tenemos la adaptación española, que por cierto tiene más años que la de Burton y que acaba de ser reestrenada. Las letras de las canciones están traducidas de una forma excelente al español, mucho mejor de lo que yo esperaba. Aquí Sweeney Todd es interpretado por Joan Crosas y la Sra. Lovett por Vicky Peña, y su actuación no tiene nada que envidiar a la de Depp y Bonham Carter.
En esta versión de la obra hay más luminosidad, alegría, cachondeo y sobre todo, toneladas y toneladas de humor, negro, verde y de todos los colores.

En comparación, la obra de teatro es mucho mejor. En la versión de Burton, tenemos a una Sra. Lovett que parece no saber qué está haciendo ahí, apenas sin carácter, básicamente entregada a las ideas y los propósitos de Todd. El amor que ella siente por él se convierte en una sumisión absoluta, cosa que no ocurre en el musical de Gas. Él nos muestra una Sra. Lovett mucho más curtida, con mucho carácter: Sabe de qué va el tema y cómo aprovecharse de la situación. Sin embargo, esto no le quita la locura ni, en cierto modo, la inocencia.

Respecto a Todd no tengo mucho que decir: En ambas recreaciones el personaje está muy bien representado.

Por otra parte, el Turpin de la película es frívolo, sin corazón, no parece que esté enamorado de Johanna, sino que aparenta desearla como un objeto. En la obra vemos que no es así. Turpin está profundamente enamorado de Johanna y esto le causa mucho dolor: Es un cristiano devoto y se flagela, lleno de conciencia de pecado, al tener pensamientos impuros acerca de la que es su ahijada.

Y siguiendo el tema de Johanna (que es igual de naive en el cine y en el teatro), también descubrimos que la relación entre ésta y Anthony no surge a base de conversaciones via msn, sino que el muchacho va a visitarla a su alcoba y le demuestra su amor, a espaldas del castigado juez.

A favor de la versión cinematográfica diré que su Pirelli es bastante mejor que el Pirelli del teatro. Sacha Baron Cohen había dejado el listón muy alto, y ahí sigue. Aunque el cambio de voz de pito a voz cazallera de Esteve Ferrer (Pirelli) fue un momento muy divertido.
También diré que el final del film es mejor que el de la obra de teatro. En el teatro, sobra cachondeo y falta un poco de oscuridad de la que le sobraba a Burton durante el resto de la película.

En conclusión: Aunque no tenía a mi amado Johnny *babas*, una vez más el teatro supera al cine con creces. La obra de Mario Gas era mucho más divertida, profundizaba más en los personajes (también duraba más) y además estaba en español completamente, con lo que la obra era más comprensible. Leer subtitulitos no mola. Sólo le faltaba añadir un poco de gris al final y hubiera sido perfecta, porque sangre no faltaba.

Recomiendo fervientemente a todo el mundo que la vea, sea aficionado al teatro o no y aunque no haya visto la película, porque merece la pena.

Hasta otra n_n

P.S.: Con esto no pretendo desacreditar la película de Burton, que me encantó y la volvería a ver 100 veces. Servidora es muy fan de este director y no va a dejar de ver sus obras.

sábado, 15 de noviembre de 2008

El piano.

Resguardada del viento, con las estrellas como únicas compañeras, Diana dejaba su alma y su mente fluir a traves de la flauta travesera. Le gustaba aquella habitación, tan solitaria, llena de muebles viejos, un montón de muebles que tenían muchas historias que contar.

Sobre todo aquel piano. A pesar de ser muy viejo y estar cubierto de polvo, conservaba el esplendor que seguramente lucía antaño.
Sus teclas amarillentas, ajadas por el tiempo y las condiciones climaticas de la torre, parecían suplicar que alguien arrancase una melodía de ellas. Diana no se atrevía. Apenas sabía tocar el piano, y sentía que ese poderoso instrumento merecía una mejor resurreción. No, esa no era su tarea.

Sin embargo, desde la primera vez que había reparado en el piano de madera caoba, todas las noches que no lograba conciliar el sueño subía al viejo desván a tocar para él, y sólo para él, las más bellas melodías que podía sacar de su flauta. Intuía que alguna de esas noches alguien vendría a devolver la vida al piano, y quería estar presente. Y siguió subiendo, noche tras noche, dedicándole sus sentimientos y contándole sus secretos a un objeto inanimado que posiblemente no volvería a cantar.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Manual de instrucciones.

Porque es una práctica que se está perdiendo, porque además se empieza a infravalorar, y porque siempre es bueno aprender algo nuevo... allá va.

Rompa el papel que envuelve el regalo para averiguar su contenido.
Exclame "¡ooooh, es muy bonito!", aunque no sepa qué es.
Quite el precinto, y examine el objeto.
Lo está mirando al revés, déle la vuelta.
Deslice suavemente el dedo índice de la mano derecha por debajo del primer cartón duro, y llévelo hacia su izquierda (repita el gesto si no le ha salido a la primera).
Haga lo mismo con el siguiente papel, que es mas delgado.
¡ALTO! Mire hacia abajo y a la derecha: debe visualizar el número 1.
Deslice la vista sobre los signos impresos; trate de identificarlos.
Aunque sienta ligeros vértigos, mantenga la atención. Es un efecto secundario que pasará rápidamente.
10º Repita los pasos 6º al 10º cinco veces al día durante un mínimo de veinte días y…
¡ENHORABUENA, HA CONSEGUIDO USTED LEER UN LIBRO!

miércoles, 5 de noviembre de 2008

You're not here...

Cuando las canciones definen sentimientos...



Traducción (libre, no literal):

El cielo azul por siempre,
las briznas de hierba vuelan por el aire, bailando.
Sería una mejor vista contigo, conmigo.
Si no me hubieras encontrado, estaría bien sola.
Pero nunca me había sentido tan sola, y entonces viniste tú.

¿Entonces, qué debo hacer ahora? Estoy encadenada, adicta a tí.
Mi cuerpo me duele, ahora que te has ido.
Y ya no puedo aguantar más.

Alegremente me diste todo lo que tenías y más,
anhelabas mi felicidad.
Cuando me haces sentir alegre sonríes,
pero ahora siento tu tensión.
El amor no tenía que ser tan complicado y loco.
Y quien tiene tiempo para lágrimas.
Nunca pensé que llegaría a llorar por tu amor,
hasta ahora.

Siento tu tensión…
Y quien tiene tiempo para lágrimas…
Siento tu tensión…

Interpretación libre. Buenas noches.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Animales.

La música fluía por el aire, y yo intentaba formar parte de ella. Sentada en el suelo, con los ojos cerrados, trataba de fundirme hasta tal punto en sus notas, que mi cuerpo se moviese solo a su son.

No lo consigo.

Algo apareció de repente. Algo serpenteante me estaba recorriendo todo el cuerpo. Me producía cierta repulsión, pero no abrí los ojos. Fúndete con la música. El "gusanito" seguía recorriéndome, y yo trataba de ignorarlo. Y cuando ya casi lo había conseguido, aparecieron nuevos compañeros.
A juzgar por sus movimientos y por la forma en la que se restregaban contra mi cuerpo, eran algún tipo de felino.

Cierra los ojos. Concéntrate. La música.

La música desapareció cuando los felinos me atraparon en sus zarpas.

Huye.

Abrí los ojos bruscamente y me zafé del abrazo de uno de ellos. Mi corazón se aceleró. Tenía que salir de ahí como fuera.
Eran demasiados, me rodeaban, jugaban conmigo, todos se sabían superiores.
Por primera vez, yo era la presa, y no el cazador.

Huye.

No podía pensar en otra cosa sino en huir. Mi pensamiento racional había desaparecido, yo también era un animal. Un pobre animal al que intentaban cazar.
Me acorralaron. No había forma de escapar, era el final.
Y entonces apareció él.
Un cuarto felino que se puso frente a quienes me acorralaban, gruñéndoles, protegiéndome.

Gracias.

Sin embargo, tras un rato me di cuenta de que él solo no podía con todos. Pronto ibamos a acabar los dos bajo sus garras.
Me cubrí y miré a mis agresores implorando clemencia. Ellos exhibían una mueca entre pícara y salvaje.

Adiós.

De repente, unas palmadas me devolvieron a la realidad.

-Muy bien, chicos, el ejercicio ha terminado. Quedaos un momento quietos, como en una fotografía, y luego volved lentamente a vuestra posición inicial, a donde estabais al principio.

Despacio, retorné a mi sitio, y dejé de ser un animal. Volvía a ser una persona, volvía a estar encima del escenario y los felinos volvían a ser mis compañeros.

La ilusión ha terminado.