domingo, 31 de enero de 2010

Estantería.

Abro los ojos. Frente a mí hay una estantería enorme, repleta de libros. Sonrío y me acerco. Mi estantería. Paso un dedo por la colección de coloridos lomos, acariciándolos. Qué raro. Están llenos de polvo... como si nadie los hubiera tocado en años. Alguien tendrá que limpiarlos y mimarlos un poco, pero ahora no. Es noche, hora de irse a dormir.

Estoy descalza sobre la alfombra, ya en pijama. Me meto en la cama, escondiéndome en las sábanas. Parece que sobre mucho espacio en el colchón. Cierro los ojos y me pego a la pared, lejos de cualquier monstruo que pueda salir de debajo de la cama.

...

Vuelvo a abrir los ojos. No puedo dormir. Y al mirar a la estantería... de nuevo, el miedo me paraliza. Hay una sombra tocando mis libros, llenándolos de polvo. Tengo la sensación de que es algo malo, y quiero levantarme y echarle. Pero el miedo me paraliza. Intento gritarle, pero tampoco puedo. De mi boca sólo sale un gemido ahogado que le alerta. La sombra se gira, y se acerca. El pánico es cada vez más intenso, pero sigo completamente inmóvil.

Se sienta al borde de la cama. Es mucho, mucho más grande que yo. Y de repente me doy cuenta... veo mis pies asomando bajo la manta, los pies de una niña de siete años. En algún punto donde mi subconsciente y mi yo consciente se mezclan, una voz me avisa de que es un sueño. Una pesadilla más bien. ¿Por qué no me despierto?

La sombra no se mueve. No tiene cara, sólo una sonrisa muy blanca que debería ser tranquilizadora, pero por algún motivo no lo es. De repente, alarga una mano hacia mí. No puedo moverme. Pero mi voz vuelve, como una salvadora de último momento. Milímetros antes de que me toque, grito. Grito y todo se disuelve.

Grito y despierto empapada en sudor frío y con taquicardia. Miro a mi alrededor. Ya no hay estantería negra, ni libros recubiertos de polvo. Ni es noche. Ha amanecido y la casa está vacía, son las diez y media.

Me dirijo como una autómata a la ducha. El agua limpia borra todo recuerdo del miedo. Su sonido borra los gritos, su calor hace que deje de temblar.

Era un sueño, sólo un sueño.

2 exploradores comentan...:

Gael dijo...

que pesadilla tan fea u.u al leerlo creí que la sombra esa iba a ser tu madre, cuando dijiste que se sentó en la cama.
Pero bueno, solo ha sido una pesadilla tonta ^^

te loviuuu!

besotes desde el otro lado de la ventana ;)

Gael dijo...

Ò_Ó" Carmen de Mairena??? =_=||| *vomita en la papelera*
vaya por dios, yo lo oí en una grabación de estas de radio en la que un tío le tendía una trampa a su novia para que confesase que ésta le había puesto los cuernos con su hermano, y como la llamaba puta, ella acababa diciendo la frase...