lunes, 13 de octubre de 2008

Arriba el telón.

No hay nada que haga más feliz a un alma como la mía que la libertad. La libertad de pensamiento, de expresión, la libertad de ideas, la libertad artística... cualquier tipo de libertad.
Por eso ahora mismo soy plenamente feliz. Porque pese a vivir en rutina, lunes colegio, martes colegio, miercoles colegio, jueves colegio, y viernes colegio, el sábado abro mis alas y echo a volar.
Y más ahora, que empiezo teatro ^^ Ahí tengo la libertad para ser quien quiero ser. De escoger una persona, real o ficticia, y fundirme en ella, hacer que forme parte de mí. Que ella sea yo, y yo sea ella. Porque... ¿sabéis?

El verdadero actor no es el que se pone la máscara e interpreta.
El verdadero actor es el que desecha las máscaras, se despoja de las vestimentas y queda desnudo frente al espectador. Y aún así, pese a estar desprotegido, vulnerable ante quien le ve, la gente no le ve a él, sino al personaje. El actor le entrega sus risas y sus lágrimas, pero intérprete e interpretado están tan unidos que nadie los distingue ya.
Esa es la esencia del teatro. Y sólo los que comprenden esto, pueden llegar a lo más alto.

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