lunes, 28 de diciembre de 2009

Oscuridad.

Un suspiro. No está. Y probablemente no esté en toda la noche. Ya es tarde. Voy a ir a por algo de cenar. Enciendo la luz, porque estoy sola y sigo teniendo pequeños vestigios de la niñez en mi imaginación.

Son sólo unos metros hasta la cocina, pero no llego. Unos cuantos pasos, en mitad de un pasillo, y todo se empieza a volver borroso. Luego, negro. Y yo no entiendo nada.

Cuando abro los ojos, sigue siendo de noche. Y sigo sola en una casa que de repente me parece demasiado grande. Miro la hora. Es muy tarde para llamar al fijo. Y seguramente tenga el móvil apagado. Como lo ha tenido toda la tarde.

Ya no tengo hambre. Apago el ordenador y me voy a la cama. Hecha un ovillo, intento dormir. Al final lo consigo, aunque es una noche agitada, llena de sueños rotos.

Escribo estas líneas con el corazón de plomo. Hoy no habrá música. Con un nudo en la garganta no se puede cantar.

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