lunes, 21 de diciembre de 2009

Nieve

Es lunes. Lunes, pero nada más salir fuera de casa, sonrío. ¿Qué diablos hago sonriendo? Tengo sueño, y hace frío. Seguro que si permanezco mucho más tiempo quieta, se me caerá la nariz. Pero da igual.

Un manto blanco cubre el parque que hay debajo de mi casa. Porque es lunes, y por eso madrugo, tengo el privilegio de ver la nieve virgen y disfrutar el silencio. Aún no hay huellas embarradas que dañen su pureza. Inspiro el aire frío y echo a andar muy lentamente. Siento la nieve crujir bajo mis pies, y suena casi a ronroneo. Por un momento no me preocupa nada más que ese sonido. Lo único que se oye en esa madrugada de invierno.

Los recuerdos inundan mi mente. Me veo de niña, con las mejillas y la nariz rojas, corriendo de un lado para otro, riendo. Me da pena no llevar guantes, porque haría un pequeño muñeco de nieve, como hacía antes. Y aunque sola puedo escuchar el silencio, si estuviese con alguien podríamos iniciar una guerra de bolas de nieve. Aflora otra sonrisa en mi cara. Lo echo de menos.

Se me ha parado el tiempo mientras camino sobre la nieve. Voy a llegar tarde, pienso, y también pienso que me da igual. Poquito a poco avanzo, carpe diem. Por un momento me detengo, y sonrío. Saco la mano del bolsillo y con un dedo escribo un mensaje secreto en la nieve. Porque aunque el momento es casi perfecto, falta algo, y no puedo evitar pensar en ello.


Sigo mi camino despacito, salgo a la calle. La ciudad despierta, y el ruido empieza a llenar mis oídos. Lo ignoro, perdida en mi burbuja, que también está nevada. La gente me mira raro, ¿por qué anda tan pausadamente? Lo único que les importa es llegar pronto a su destino, al calor. No comprenden que si detienen sus ajetreadas vidas un momento, hallarán calidez en la fría nieve.



Deep beneath the cover of another perfect wonder,
where it's so white as snow...

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