martes, 9 de diciembre de 2008

Sixteen Candles.

Me siento casi obligada a actualizar sólo porque es mi cumpleaños... Aunque no sé con qué hacerlo.
No, no siento ningún cambio de los quince a los dieciséis. Tampoco ha pasado nada reseñable.
Vale, vale, sí, los regalos, las felicitaciones, los pequeños detalles como una comida espléndida y una tarta estupenda de mi madre, abrazos, mensajes y llamadas varias... Pero todo se me antoja superficial. No es que no esté agradecida, todo lo contrario, estoy muy agradecida a todas las personas que han recordado una fecha tan banal como ésta, pero... Yo qué sé.
Hoy no ha sido un mal día. Tampoco ha sido especialmente bueno, se ha compensado. Tres exámenes y escuela de idiomas, acambio de un par de buenas noticias y muchos detalles cumpleañeros.
El caso es que no sé...

Cuanto más crezco, más me doy cuenta de por qué los adultos no pueden vivir en Nunca Jamás. Te haces mayor, y vas perdiendo la ilusión por las cosas... Primero es el cumpleaños, que ya no te provoca tantísima alegría como cuando eras pequeño. Recuerdo que hace unos años, cada nueve de diciembre saltaba de la cama a las cinco de la mañana, emocionadísima por cumplir un año más. Hoy me he levantado como siempre, mentalizándome para encarar otro día de la "maravillosa" vida del bachiller.
Luego las Navidades... de pequeño te hacen mucha ilusión, luego se convierten en un mero trámite. Es triste que todo pierda su significado...

Por eso siempre digo que no quiero crecer. Quiero ser una niña para siempre, y ver el mundo con corazón de niña, sin perder la ilusión por las cosas. Que los Reyes recuperen su magia, que soplar las velas sea el mejor evento del año. Que el Ratoncito Pérez me siga visitando cada vez que se me cae un diente.
Pero... ¿hace cuanto que dejé de ser niña? ¿En qué momento atravesamos esa barrera que separa el mundo infantil de la cruda y jodida realidad?

No quiero crecer... Peter, llévame contigo a Nunca Jamás, haz que seamos niños para siempre...

1 exploradores comentan...:

Caronte dijo...

Vaya... y yo sin enterarme. Bueno, me resarzo siendo el primero en comentarte.

La verdad, la vida se porta realmente mal con los que dejamos de ser niños, y Peter Pan nunca aparece tras la enésima esquina para salvarte de un mundo que devora ilusiones para desayunar.

Sólo queda dejar de mirarnos en el espejo para descubrir que nuestra sombra sigue ahí. Para ser niño eternamente, sólo podemos mirarnos dentro y alimentar y multiplicar las ilusiones inocentes que nos daban esa sonrisa.

Felices dieciséis, gatita. Y aunque cumplas más, que tu corazón se mantenga niño. Eso es lo que importa.

Sixteen candles... what a lovely sight, but not as bright as your hazel eyes...

Juro por mis muertos que es la última vez que canto esta canción XD