Sensación trepidante en el pecho, nudos en el estómago. Garganta obstruida —respira—, pulmones oprimidos.
No es miedo. No es pánico. No es una convulsión violenta del cuerpo ni miembros agarrotados ni corazones desbocados.
Es anticipación.
Son mariposas en el estómago anunciando una metamorfosis.
Esperando a poner los pies en el escenario.
Y ser otro.
miércoles, 12 de diciembre de 2012
Espera.
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jueves, 6 de diciembre de 2012
Shiver me timbers!
Una de las mejores canciones de piratas... y es de los teleñecos. XD.
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Etiquetas: musica
viernes, 30 de noviembre de 2012
Retrato.
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Etiquetas: dibujo, egocentrismo
miércoles, 28 de noviembre de 2012
Se buscan opiniones.
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lunes, 19 de noviembre de 2012
Delirio.
A veces la tierra parece más sólida bajo los pies. A veces la quemadura del licor es más intensa en la garganta. A veces el concepto más mundano nos ataca de improviso, nos fascina y captura e intentamos cogerlo con las manos pero se nos escurre entre los dedos, fugaz—
y las palabras no sirven e intentamos vomitarlo todo sobre una hoja en blanco, aporreando el teclado y siendo dolorosamente conscientes de que no importa cómo lo hagamos porque las ideas en nuestra cabeza siempre son más elocuentes.
Todo suena mejor dentro de la cabeza. Cuando podemos entender lo que nos quiere decir. A veces hay una voz que canta —o una mano que pinta o un olor que no existe o el sonido de los tambores— y no alcanzamos a ver el significado.
A veces es una palabra. Y la gente en el metro mira a la chica que se muerde frenéticamente las uñas, con la mirada perdida en el infinito como si estuviera terriblemente preocupada cuando sólo está dejando su mente libre, trabajando desbocada. O a lo mejor no la miran porque realmente nadie se preocupa de lo que esté más allá de sus narices. Puede que se pregunten si está loca (lo está) y si eso les va a repercutir de algún modo.
En cuanto puede escribir, la chica deja caer sus pensamientos como una cascada para un público que tal vez no exista o quizá se pregunte qué diablos ocurre. Ella sólo quiere entender, o liberarse. Aunque le preocupa porque a lo peor es su imaginación riéndose de ella (ja-jodido-ja) y una vez que deje todo salir ya no habrá nada.
Al final lo escribe. Se siente un poco mejor. Menos frenética.
...
vAcíOooOo...
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Etiquetas: lírica, pensamiento
viernes, 20 de abril de 2012
Confesiones.
Quizá una de las peores cosas es la sensación permanente de sangre en las manos.
Todavía puedo sentirla, cálida y pegajosa contra mi piel. Tengo la sensación de que todo lo que toco queda marcado con huellas rojas, como si su sangre fuese transferida a cada cosa en la que pongo los dedos, aunque sea sólo un roce. Siento que la gente me mira las manos y piensa "su puta madre, están cubiertas de sangre". Lo que es ridículo, porque no lo están.
Es como si vieran a través de mí.
Me he frotado las manos hasta despellejarlas más de una vez. No hay sangre en mis manos, ni una gota. No la hay. No la hay. No la hay.
Sí la hay. Y joder, es demasiada.
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Etiquetas: relato
sábado, 10 de marzo de 2012
Consejos para escribir III (parte 2).
Os preguntaréis por qué he tardado tantísimo en publicar esta entrega de los Consejos para escribir. Vayamos por partes. Primero, estuve entretenida dos o tres semanas con los mercenarios chechenos de Caronte. Después, una vez satisfecha, comencé mi investigación para daros un post decente y útil. Pero claro, no contaba con que investigar a los buenos era mucho más fácil que investigar a los malos. Aunque pude darles guerra con ayuda de los chechenos, eran más que nosotros, así que al final nos capturaron a todos. Por suerte, tenía en mi poder la lista de las 100 cosas que no haría si fuera malo (la tenéis en algún lugar de este blog) y pude aprovechar todas esas debilidades para escapar. Me ha costado unos meses, pero estoy bien. Creo *tic nervioso*.
Lo bueno de todo esto es que mi investigación ha sido hecha de primera mano y tengo toda la información sobre los malos que podáis desear. Y sin más dilación ni excusas fantasiosas completamente verídicas y que no tienen nada que ver con mi falta de creatividad y vaguería, vamos al lío.
Antes de empezar a escribir: Personajes II (los malos).
Every fairy tale needs a good old-fashioned villain.
Ah, los malos. Son la chispa, el picante, lo mejor de la historia. En mi humilde opinión. Una historia sin un gran malo (¡o varios!) pierde mucho, muchísimo. Asimismo, una historia mala puede ser salvada por un gran malo (suena paradójico y redundante, pero es así). Hacer un buen villano es difícil, requiere una dosis considerable de inteligencia y mala leche. Y como aunque la inteligencia va justa la mala leche me sobra, voy a intentar haceros esta dura tarea un poco más fácil con mis consejillos. Igual que en la entrada anterior (podéis releerla, si no os acordáis después de todo este tiempo en las mazmorras)y por si queréis ir a lo sencillo, tenéis una lista de arquetipos además de unos cuantos consejos básicos.
Sobre el carácter de los malos.
Dos palabras clave: Motivaciones y trasfondo. Piensa esto (y piénsalo bien, durante horas, no me vale un "quiere poder y es malo porque sus padres no le querían y ya está") y tendrás el carácter de tu villano hecho.
Las motivaciones pueden ser de lo más variado. La más habitual es el "quiere poder" (de ahí el ejemplo anterior), pero ese "quiere poder" puede tener muchas más implicaciones. ¿Por qué quiere poder? ¿Se cree más inteligente que todo el mundo y por ello piensa que éste debe ser gobernado según sus criterios? ¿Tiene algún tipo de vacío emocional o complejo salvaje que le impele a ser ambicioso y querer siempre más, y más, y más? Todos somos un poquito ambiciosos, pero no nos ponemos a hacer planes a escala global que incluyen la muerte de muchas personas. Sí, lo sé, estoy exagerando, pero ya me entendéis.
De hecho, y siguiendo con esta motivación en concreto, el malo no tiene por qué ser tan malo. ¿Lo qué? Eso. Puede ser que crea que es un mesías salvador y que debe gobernar el universo para que las cosas sean como deben ser (eh, Emily). Aunque yo les esté llamando constantemente "los malos", no tenemos por qué hacerles verdaderamente malos. Nuestro antagonista puede ser una persona despiadada e implacable pero terriblemente justa, con un código moral férreo que cumple para bien o para mal. El no hacer un villano malvado da mucha más profundidad a la historia, y permite que nuestros queridos protagonistas se encuentren en encrucijadas morales cuando el villano haga algo que no les parezca tan mal.
Y bueno, yo he estado hablando de la ambición, pero podemos poner otras motivaciones.
El villano puede no querer poder sino libertad para su raza mutante, que es duramente oprimida por otra raza más numerosa. Así, será muy benevolente con los suyos pero implacable con los demás, a los que ve como enemigos. Y si cambias las tornas, te das cuenta de que tú, jugador de rol que asesina trasgos por sistema, aunque tengas un alineamiento bueno eres malo desde su punto de vista por matar a los pobres porque están en guerra con los tuyos.
En cuanto al trasfondo, es importante. Dota de humanidad a nuestro villano, no es sólo esa sombra que vive por y para putear a los protagonistas. Por ejemplo, y ahora que estoy leyendo Canción de Hielo y Fuego, Petyr Baelish (Meñique) ama a Catelyn Stark. Es un trepa cabrón que no hace más que mirar por su culo, pero si tiene una debilidad, es ella.
Dientes de Sable (Marvel) es un misógino psicótico y asesino, pero va a cuidar a su madre cuando puede y la quiere mucho.
Ser el antagonista de una novela no está reñido con tener familia, amigos y gente que nos quiera. Eso es algo que parece que muchos autores olvidan, cuando lo lógico es que las cosas sean así. Además, siendo listos, esto nos da un buen recurso literario, y es que por muy poderoso que sea nuestro villano, la gente que le rodea no tiene por qué ser poderosa. Eso sí, no me jodáis. El cliché de la hija del villano que se enamora del héroe es horrible y lo odio.
Relaciones personales aparte, dar un pasado al malo está bien aunque no siempre tenga que salir en la trama. También podemos darle una ocupación (Moriarty, en los libros, era profesor de matemáticas además de la pesadilla de Sherlock Holmes), unos hobbies, etc. En definitiva, hacerlo creíble, darle vida.
Sobre cómo le ven los buenos. (O la consabida lista de arquetipos).
Hecho el interior de nuestro malo, pasamos a ver cómo se le ve en el exterior. Aquí sí podemos utilizar mis queridos arquetipos (o en este caso, los arquetipos del Señor Trasgo, experto en maldades).
-El fanático: El que está convencido de que lo que hace es lo correcto, aunque sus ideales puedan llevar a la muerte a una, decenas o millones de personas. Ya os he hablado de él, es cualquiera que crea firmemente que él es el bueno. Por ejemplo, un inquisidor medieval. No obstante, los buenos, que lo ven desde fuera, no ven más que un hombre obcecado con sus ideas, que no atiende a razones y que no tiene ningún tipo de piedad. A partir de este arquetipo podemos crear un personaje completamente destructivo, que parezca que tienda al caos, hasta que alguien descubra su verdadera motivación.
Otro recurso literario que nos regala el fanático es lo que llamaremos "el beneficio de la duda". Nuestros héroes pueden compartir los mismos ideales que el villano, darse cuenta de que opinan lo mismo y quieren el mismo fin, pero sus medios son diferentes. Esto puede dar lugar a una maravillosa encrucijada en la que sumir a nuestros personajes y que les dará muchísima profundidad.
-El general: Es la idea de un cerebro completamente militar, es decir, un estratega, alguien cuyo objetivo final es la victoria. Es otro de los que tenemos numerosos ejemplos no sólo en los libros, sino también en la historia. No es alguien que busque el mal en si mismo, sino que no le importa lo que sea necesario para ganar. El que parezca bueno o malo dependerá exclusivamente del punto de vista. Tywin Lannister es un general clarísimo, hablando de fantasía. Napoleón Bonaparte, si queréis alguien que existió de verdad, o Anibal Barca, o Julio César.
El general puede tener o no un código de honor, aunque siempre es entretenido crear uno (y sobre todo, siempre nos puede servir para que el héroe salve el culo milagrosamente).
Otra ventaja son las legiones del mal. El general tiene esbirros a punta pala, mira dentro de un jarrón de su casa y se encuentra un esbirro, así que si vais a añadir un general en vuestro relato, no dejéis de echar un buen vistazo al siguiente punto.
-El PODER: Aquí nos metemos en terreno casi exclusivo de la fantasía y la ciencia ficción. Es alguien cuya mera presencia es más-que-humana. Es un Señor Oscuro. Alguien que considera a la humanidad algo tan inferior que no qmerece la pena preocuparse por ella. Para él, los humanos son como para nosotros las hormigas. Si le molestan, las mata. Sauron, Galactus, cualquier fuerza extraterrestre que nos parezca bien.
También puede entrar en esta categoría, si nos ponemos en plan realista, alguien tan megalómano y loco que crea que realmente es un PODER.
Como siempre, no tenemos por qué convertirlo en un elemento de destrucción y muerte a raudales. Nuestro villano poderoso no tendría por que haber sido siempre así, podría haber empezado siendo un humano normal que ha olvidado que lo fue. O también podemos intentar intensificar la idea de la poquísima importancia que da a los humanos, que no es que le guste destruir, es que nos considera completamente prescindibles y desdeñables.
-El maníaco: El Joker. Álex en la naranja mecánica. Ese tipo que ataba a la chica en las vías del tren por el mero placer de hacerlo y se reía malvadamente y se retorcía el bigote. Gregor "la Montaña" Clegane. Es malvado, sabe que es malvado y LE ENCANTA ser malvado. Se regodea en el sufrimiento y en la muerte ajenas, no necesita más.
Con este villano podemos hacer desde el monstruo que destruye todo lo que toca porque no sabe hacer otra cosa, hasta el genio que lo hace porque se aburre.
Es habitual que este malo se obceque con un personaje en concreto, bien porque lo considera un obstáculo en su camino en el caso de los menos inteligentes, bien porque considera al héroe casi un igual, su némesis, su archienemigo, en el caso de los más inteligentes. Estoy pensando en mi amado Moriarty (esta vez hablamos del de la serie), por supuesto. Fangirling on Sherlock all the way.
Para que sea creíble, hay que darle ciertos problemas mentales. Siempre tienen que tener algún fallo en la cabeza, una locura evidente. Podemos tener un sociópata con muchas habilidades o alguien con episodios psicóticos crónicos.
Podemos decir que en general, para que este villano resulte peligroso, o se le debe dar una inteligencia desmesurada o un poder físico desmesurado. No tiene que sólo gustarle destruir, tiene que poder hacerlo.
-El enigma: Alguien que parece oponerse a los héroes pero no se conoce ni su motivación ni su modus operandi. Está siempre detrás del telón, entre bambalinas,es alguien que tiene un objetivo final pero el héroe no sabe cuál es. Es la versión Deus Ex Machina del villano. Se considera malo porque sus actos se oponen de algún modo a los de los héroes pero al final puede no serlo en realidad.
Por supuesto, tú, como escritor, tienes que saber cuáles son las motivaciones del malo, pero los héroes (y el eventual lector) no lo sabrán hasta el momento del clímax, cuando se descubre la motivación final. Cuando esto sucede, el arquetipo de este personaje cambia, pudiéndose convertir en uno de los aquí expuestos o incluso en un héroe si tiene algún fin benigno.
-El alter-ego malvado: Ese malvado en el que el héroe se ve reflejado. Malatesta para Alatriste. Artemis Sentreri para Drizzt Do'urden. Venom para Spiderman. Debe ser alguien con habilidades parejas a las del héroe, y lo más importante, que muestre aquello en lo que el bueno podría haberse convertido si hubiese tomado decisiones diferentes.
Si se quiere profundizar, el buscar el punto de inflexión por el cual el héroe ha seguido el rumbo y este villano ha seguido otro puede resultar un argumento interesante.
Y no me fastidiéis con los gemelos malvados. Cojoño.
-El ambicioso: El villano que últimamente parece haberse convertido en clásico. Ese del que os he estado hablando arriba, el que quiere poder y nada más que poder y hará lo que sea por obtenerlo. Siempre podemos profundizar preguntándonos por qué quiere poder, puede que no sea por fines puramente egoístas.
Este malo destaca en general por su falta de escrúpulos; no obstante, esa falta de escrúpulos no requiere necesariamente un sadismo al estilo del maníaco. Alguien que haga lo necesario para conseguir lo que quiere no tiene por qué matar, torturar o reírse con maldad porque sí. Es alguien práctico, sobre todo práctico.
En general, mientras pueda conseguirlo se presentará más como bueno. Quizá sea de todos los villanos el que más fácilmente puede ocultar su condición ya que actúa habitualmente de un modo lento pero seguro. Las traiciones y las intrigas están servidas, mis señores.
Por último decir que estos villanos son combinables. Podemos tener varios malos (normalmente el alter-ego malvado se presta especialmente a ser un malo "de apoyo") que se dediquen a joder a nuestros héroes desde diferentes flancos. Incluso pueden pegarse entre sí.
También podemos hacer un villano que entre en varios arquetipos, no os quedéis con las bases que yo os dejo aquí, eso sería MUY ABURRIDO.
Sobre sus aliados, legiones del mal y esbirros varios.
Os voy a pedir un favor. Un favorcito pequeño, muy tonto. Si hacéis a alguien lo suficientemente inteligente como para tener esbirros y liderarlos bien, NO HAGÁIS QUE LOS MATE ALEATORIAMENTE CUANDO ESTÁ ENFADADO. Por favor. No he visto cosa más estúpida en mi vida. Que sí, que nuestro malo puede ser el más malo de todos los malos jamás ideados, pero eso no es excusa. Alguien que mata a un esbirro por el hecho de estar enfadado se quedará muy rápido sin esbirros, no porque los vaya a matar a todos, sino porque dejarán de seguirle e incluso puede que se amotinen.
Puede matar a un esbirro porque le ha fallado. Puede matar a un esbirro porque lo necesite para un experimento. Puede matar a un esbirro incluso como demostración de poder. Pero en serio: "Señor, ¿estáis bien?" "¡AVADA KEDABRA!" No me jodáis.
Hecha esta pequeña pero importante aclaración, continuemos. La cantidad de allegados que puede tener un villano es tan variopinta como la cantidad de personajes secundarios que pueden acompañar al héroe. De hecho, los aliados del villano principal también pueden entrar en los arquetipos ya establecidos. ¿Qué tal un general como malo principal acompañado de un maníaco malditamente inteligente como consejero? ¿Que tal un antihéroe amoral que es contratado por un genio malvado y se mancha las manos por él? Hay muchas opciones.
En este apartado podemos incluir también a los "malos Team Rocket" como yo los llamo, o sea, esos villanos completamente inútiles que se dedican a intentar fastidiar al héroe con desastroso resultado constantemente. Y en general, a cualquier cosa que se nos ocurra.
Y bueno, me estoy quedando sin ideas y ya tengo un post la leche de largo, así que pongo la maravillosa canción que debe acompañar sin falta a este post, y os dejo en paz.
Y me voy con los mercenarios chechenos a divertirme un poco más.
Hasta la próxima ;)
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