lunes, 17 de agosto de 2009

Empecemos por el principio.

Así como todo principio tiene un final, todo final tiene un principio.

Si la vida es un laberinto, todos deberíamos tener un hilo dorado como el que Ariadna le dio a Teseo. ¿Cuantas veces topamos con un muro insalvable y nos venimos abajo? Si no sabemos dónde empezamos, sólo nos queda vagar como almas en pena, perdiéndonos más y más entre las esquinas de nuestro laberinto particular.

Es importante conocer los inicios de uno, y no dejarlos nunca de lado. Somos lo que somos por lo que hemos sido. Y por eso jamás me arrepiento de nada.
Los comienzos siempre son un tanto escabrosos, en teoría -aunque esto no siempre se cumple- los humanos evolucionan...

Por tanto, cuando encontremos ese muro, de nombre Problema, debemos remontarnos al inicio, para saber cómo hemos llegado hasta ahí. El olvidar quiénes somos, y lo que es más importante, por qué, es, además de una estupidez, una opción muy cobarde. Lo que debemos hacer es aceptar nuestro pasado y enfrentarnos a nuestro presente, no al reves.

¡Ah! Una cosa más. Esto, además de funcionar como introspectiva, también funciona para saber La Verdad sobre los que nos rodean... No conoces a alguien sin conocer su historia.

Ahí queda eso. Meditadlo, mis problemáticos lectores.

1 exploradores comentan...:

Su'sHysteria dijo...

eso les digo yo siempre a las almas perdidas... que todo final es el comienzo de algo nuevo =)