Así como todo principio tiene un final, todo final tiene un principio.
Si la vida es un laberinto, todos deberíamos tener un hilo dorado como el que Ariadna le dio a Teseo. ¿Cuantas veces topamos con un muro insalvable y nos venimos abajo? Si no sabemos dónde empezamos, sólo nos queda vagar como almas en pena, perdiéndonos más y más entre las esquinas de nuestro laberinto particular.
Es importante conocer los inicios de uno, y no dejarlos nunca de lado. Somos lo que somos por lo que hemos sido. Y por eso jamás me arrepiento de nada.
Los comienzos siempre son un tanto escabrosos, en teoría -aunque esto no siempre se cumple- los humanos evolucionan...
Por tanto, cuando encontremos ese muro, de nombre Problema, debemos remontarnos al inicio, para saber cómo hemos llegado hasta ahí. El olvidar quiénes somos, y lo que es más importante, por qué, es, además de una estupidez, una opción muy cobarde. Lo que debemos hacer es aceptar nuestro pasado y enfrentarnos a nuestro presente, no al reves.
¡Ah! Una cosa más. Esto, además de funcionar como introspectiva, también funciona para saber La Verdad sobre los que nos rodean... No conoces a alguien sin conocer su historia.
Ahí queda eso. Meditadlo, mis problemáticos lectores.
lunes, 17 de agosto de 2009
Empecemos por el principio.
Esto salió de la burbuja de Indy a las 16:05
Etiquetas: pensamiento
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 exploradores comentan...:
eso les digo yo siempre a las almas perdidas... que todo final es el comienzo de algo nuevo =)
Publicar un comentario